Me gusta estar de a ratos
como en la ausencia de los vientos que
son tuyos.
Me gusta estar de a ratos en tu silencio,
tan blanco como de cielo y a veces,
tan tuyos como los miedos.
Es este instante el pesar que retiene el
mundo que dibujo sobre la arena,
entre tus pies bañados por la miel,
y tu piel pues de a ratos invisible.
Es este instante la melancolía del sonido
que perdido, quizás te vuelve un juego,
el dolor plausible, un duelo.
Es este momento un instante en que te grito,
en que te imploro
porque estoy a veces como descartando de tus ojos
la presencia material que me desaparece
de tus labios;
disfrazo mis huesos y mis carnes de
una ausencia mentirosa
pues me gusta estar de a ratos en tu mente,
en tus insultos
y estar de a ratos crepitando mi memoria,
curando tus diluvios.
Marcelo J. Cabral
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